“Una noche una estrella encendió su luz, no se había preguntado si era intensa o si debiera haberlo hecho; simplemente se encendió y la felicidad comenzó a brillar ".
Como esta estrella, nos pasa a los que escribimos y publicamos. Todos somos escritores natos: desde que nacemos, narramos cuentos, historias, poemas, canciones y aventuras. Todos tenemos algo que decirle al mundo. Todos somos personajes y cambiamos constantemente de vestuario, escenarios y encuentros.
De alguna manera, todos contamos a otros historias de lo que nos pasa, lo que pensamos, lo que sentimos profundamente. Y como esa estrella, un día o una noche, decidimos sacar la luz y compartirla. Ahí es cuando entra en juego el poder de la escritura.
La escritura ha marcado una evolución en el ser humano. Las imprentas han traspasado fronteras y épocas, y con la tecnología, la escritura ha creado un continente único de lectores y escritores entrelazados.
Desde la más tierna infancia, comenzamos los trazos de escritura que se acuñan en la mente y la memoria. Y sin darnos cuenta, vivimos entre libros, papeles y crayones que le hablan al escritor de todo lo que quiere recordar.
Quizás mientras lee estas líneas le vienen a la mente mil páginas que ya ha escrito y ha guardado en su memoria. Quizás los ha estado archivando porque publicarlos es un sueño anhelado. Es probable que se encuentre con cientos de citas escritas en cajas y ni siquiera sepa dónde buscarlas. Lo cierto es que las notas guardan secretos, momentos, nuestra vida en pequeñas líneas con sangría y convenciones gramaticales.

El poder de la escritura: es una necesidad humana innata
Todos llevamos un bolígrafo, un lápiz y una computadora bien guardados para sacar cuando las letras y las palabras asalten nuestras mentes. Sí, de repente se convierten en un torrente de estrofas, ideas que no paran, e inspiración que se olvida del reloj y mancha el papel blanco o la pantalla en miles de historias para que alguien las lea sin pausa.
En medio de un sueño, una ducha o un viaje en metro, surge algo que no puede escapar. No importa si hace frío o hay hambre, si estamos en el parque o en medio de una fiesta, el impulso de escribir supera a los alumnos abatidos o al público que la música del concierto. Nuestra necesidad innata de comunicación y narración alimenta el poder de la escritura.
Escribir no tiene un momento ideal. Tiene una inspiración que empuja y lleva a seguir con el idilio hasta terminar lo que tiene que sacar. No hay razón para escribir porque escribir es la mejor razón cuandoel alma encuentra la felicidad. Cuando escriba, levántese, sonría por dentro, sumérjase en si mismo y surgirá una pasión llena de nuevas chispas.
Escribir es estar en compañía de uno mismo. Es descubrirse a uno mismo y descubrir ideas, pensamientos, emociones. Es dejar volar la imaginación, viajar con palabras, conjugar verbos, tiempos y adjetivos y mezclarlos.
Mientras escribe, disfrutará y se embarcará en una expedición a lugares profundos que no se ven en el espejo. Y de repente uno también se sorprende de lo mucho que se puede escribir...
Mientras se escribe con la mano, la cabeza se eriza y las ideas no se detienen con el paso del tiempo. Si uno se imagina a dos personas enamoradas, escribir es lo mismo que encontrar al amado. Quien escribe se vuelve curioso y busca tesoros porque quiere saciarse más con su escritura.
Un escritor escribe de todo, desde versos, coplas, cuentos, oraciones simples y citas hasta cartas, poemas y novelas. A veces escribe paisajes, pinturas y retratos.
Mientras escribe, sacará todo lo que hay dentro suyo. A veces lo leerá en voz alta, a veces lo compartirá con alguien y comenzará una conversación. Escribir y compartir tienen un valor añadido invaluable. Es multiplicar los tesoros de dos mentes que ahora sienten más que antes.
Escribir y publicar son cosas que trascienden. Lo que lleva en papel después de su lanzamiento se pierde y el escritor se convierte en dos.
Un libro son mil libros porque cada lector lee en su propio tiempo, en su propio espacio, interpreta según su propia percepción, y así el libro deja de ser uno y de uno de todos los que lo han hojeado. (Eso es magia. Me pasó a mí).
“La estrella se iluminó con colores y ninguno de ellos eclipsó a otro.
¿Se imagina una sola estrella brillando?"
Todos imaginamos un cielo estrellado y en cada estrella centellea una historia que alguien ha imaginado. Al igual que los libros, pueden parecerse en algunos aspectos, pero cada uno tiene una vida y un rastro propios. Y juntos, todos iluminan el cielo, enriquecen las bibliotecas, tocan vidas y abrazan a niños y adultos.

Escribir construye puentes, alimenta la conexión y genera curiosidad
Esa estrella, que brilla arriba, también brilla en cada uno de nosotros por dentro. Quizás muchos los descubran y los celebren. Quizás otros quieran llevarlos y también hacerlos crecer, compartiendo su luz con otros.
Escribir es abrirse, abrir la estrella interior y compartirla. Al escribir, las ideas cobran vida, las ilusiones se vuelven tangibles y cada palabra transmite su propia luz. Compartir nuestro mundo interior nos hace más humanos, nos conecta con seres que quizás nunca encontremos cara a cara, pero gracias a la escritura se genera una nueva relación entre el escritor y el lector. En muchas ocasiones, el lector habla con el escrito imagina quién lo escribió, e incluso habla sobre las ideas que se conectan a partir de la lectura.
Los líderes, hombres y mujeres que se han atrevido a abrir sus estrellas han logrado multiplicar sus estrellas a su alrededor. Han compartido ideas, que luego se convierten en inspiración para nuevas historias, libros, leyendas. Miles de años de historias han sido registradas por aquellos cuyo legado fue escribir. Probablemente, nunca hubieran imaginado seguir viviendo entre montañas de letras estampadas en folios que hoy, en amarillo, siguen vivos.
“Una estrella es una estrella para siempre, los pequeños se juntan para jugar con las ilusiones”.
Como las estrellas, un escritor escribe para dar. Sin darse cuenta, un escritor recibe más de lo que imaginaba. Cada escrito, compartido o publicado, muestra lo que llevamos y recibe miles de chispas de estrellas encendidas alrededor. Ese es el verdadero poder de la escritura: permite una comunicación profunda que pocas personas entienden.
Hay mil formas de contar historias, mil versiones para sentirlas, miles de notas para interpretarlas, miles de suspiros y preguntas a los libros que vamos leyendo a medida que crecemos, millones de estrellas para brillar de noche...
¿Qué pasaría si enciende su estrella y la abre para iluminar el mundo?